Cartas OH: Elena

lunes, 8 de octubre de 2012

A menudo, no somos conscientes del tiempo ni de la forma en que este pasa. Vivimos sin más, sin pensar  que ese tiempo nos puede ser arrebatado cuando menos lo esperamos.Cualquier cosa puede suceder en algo tan insignificante como un segundo, cualquier cosa que cambie nuestra vida para siempre. 

Por desgracia esta no es una historia ficticia. Tal vez quede aquí reflejada como algo irreal, una simple historia de un accidente, algo cotidiano que vemos día a día y de lo que no se es consciente hasta que se experimenta; pero esta historia es una herida, una herida producida en un segundo y que sin embargo, ha dejado una cicatriz para toda la vida.

Es Navidad, tiempo de reunión, de regalos y de alegría y también tiempo de espera. Espera para poder estar todos reunidos, para disfrutar juntos, no es momento de pensar que algo pueda salir mal, nadie tiene una idea como esa en la cabeza y menos en una fecha así.

Y sin embargo, es una niña que jugaba tranquilamente la que tiene algo que decir, la que sabe que algo malo ha pasado, la única que sabe que no muy lejos de allí, a una niña como ella acaba de sucederle algo: "una niña se ha quedado dormida en el coche para siempre". Jamás seré capaz de olvidar esa frase, porque fue una especie de premonición de lo que estaba a punto de pasar.

Dicen que los niños tienen una capacidad para sentir cosas de la que los adultos carecen. Esta no es una historia de fantasmas, pero algo había sucedido en ese momento entre una niña que jugaba en una casa en Navidad, y otra que acababa de alejarse de este mundo. Tal vez un aviso por su parte, una despedida, unas últimas palabras, no lo sé. 
Sólo sé que minutos más tarde suena el teléfono y en un segundo, lo que la niña habia dicho era verdad, era cierto que dos personas se habían quedado dormidas para siempre. Todo son gritos, confusión, el mundo está patas arriba porque no puede ser, porque una niña y su madre no mueren en Navidad, no cuando iban de camino a reunirse con su familia, esas cosas no te suceden a ti, no a tú familia, solo a personas desconocidas que salen en la televisión, y es evidente que tiene que haber algun tipo de error.

Y de repente, asumes que lo imposible acaba de pasar. No quieres reconocerlo, no entiendes nada, pero la idea se va abriendo camino hacia lo más profundo de ti,todo tu ser desaparece y te conviertes en un único pensamiento: ¿por qué?
Es en ese momento cuanto tu mundo deja de tener sentido, te encuentras en un habitación fría, llena de personas que comentan lo sucedido: "sí, el coche atravesó la carretera" "contra un autobús, eso es, debió quedarse dormida". 
Pero no les escuchas, porque no te comprenden, porque a ellos no les afecta como a tí, ¡a ellos no les importa!
Alguien se dirige hacia ti, un hombre que te entrega una cosa: un pendiente. Murmura algo como "es lo único que podemos entregarle de ellas" y se va. Una cosa tan simple como un pendiente hace que la idea de lo que ha pasado te golpee con tanta fuerza que no puedes resistirlo, el mundo desaparece para ti y sólo existe el dolor, que te rodea por todas partes.

Sucesos como este hacen que te replantees el sentido del tiempo, de la espera. Porque si algo así te ha pasado, te conviertes en alguien que espera. Habrá quienes esperen ser de nuevo ellos mismos. Otros, poder superar lo sucedido y seguir con su vida. Pero la espera se convierte quieras o no quieras en tu modo de vida.

A mí, sólo me queda esperar que ellas sigan recordandome desde donde estén. Esta historia es suya, y sobre todo de "la niña que ahora duerme para siempre". Que duermas bien, Elena

2 comentarios:

KodoKu dijo...

Eres muy valiente al expresar sentimientos tan personales de una manera tan abierta.
Me parece un precioso homenaje para ellas.

Cristina dijo...

Muchas gracias! me alegra que te guste, haberlo escrito es especial para mí

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