Llevábamos ya varios meses
viviendo en Thornton y por primera vez, sentíamos que de verdad teníamos un
hogar, nunca habíamos podido pasar tanto tiempo en el mismo sitio.
Por fin habíamos encontrado un lugar
seguro, mamá decía que aquí Ellos nunca podrían encontrarnos. Incluso parecía
que ella también comenzaba a relajarse y a asumir que verdaderamente estábamos
a salvo. Por primera vez nos dejaba abandonar la habitación en la que ella se
encontraba para que pudiésemos jugar a solas, e incluso nos permitió tener
nuestro propio dormitorio.
Ya que parecía que podríamos
comenzar una nueva vida, que si no nos habían encontrado ya no lo harían nunca,
mamá decidió que era hora de encontrar algún trabajo. Comenzó a hacer pequeñas
excursiones al pueblo en busca de un trabajo de pocas horas, que le permitiese
mantenernos de una forma estable para asegurar aun más nuestra protección. Una anciana
que acababa de quedarse viuda la dio esta oportunidad: necesitaba una persona
durante unas horas al día que la ayudase con las tareas de la casa y a realizar
algunos recados.Mamá aceptó el empleo, pero nos impuso una condición: mientras ella estaba trabajando, nosotras teníamos
terminantemente prohibido salir de casa o hacer algún tipo de ruido que
delatase que estábamos allí.